sábado, 8 de mayo de 2010

APRENDER A APRENDER

Si creemos que la educación es en parte el proceso de adaptación que los individuos tienen que conformar para vivir en sociedad. Lo que es motivo de común acuerdo, al pensar en una sociedad pluralista como la nuestra, la educación se establece como la instrucción para la mente y el cuerpo. No obstante, nos faltaría claridad sobre el porqué de la educación hasta encontrar una razón que nos sustente los paradigmas ideales que nos forjemos. Es el propósito de la educación lo que resulta conflictivo. En su conformidad esta expresa una filosofía escondida, una política o un sentimiento religioso que no se pude evitar. Y tiene que ver con la pregunta por el hombre, que es a la vez una condición para redefinir el porqué de la educación.

Sin embargo hay más de una razón para esperar la transformación. Por lo visto, ha comenzado en algunas universidades a gestarse a favor de la enseñanza el desarrollo de pautas y experiencias que empiezan a conducir tanto la investigación como la flexibilidad curricular hacia un cambio de paradigma que va más allá de los contenidos y concede importancia a los contextos. Dentro de este orden se aspira a ir más allá de la abstracción en la búsqueda de sentido, sin utilizar los fraccionamientos mentales que tanto mal han acarreado por las formas de enseñanza.

Con el aprender a aprender se aspira a penetrar en un mundo que ha cambiado en su totalidad las formas de conocer. Ya no se requiere dominar contenidos de libros y aprender los trucos del oficio correspondiente. Hoy se han quebrado las fronteras artificiales del conocimiento que marcaban las distancias entre las disciplinas y con las informaciones nuevas se está construyendo un sentido de congruencia en que no se trata de modificar textos ni retocar programas únicamente. Se aspira a construir un nuevo paradigma que oriente en la medición de la realidad y centre su atención en la capacidad de los seres humanos para trascender. Como lo señala Marilyn Ferguson: "En la Educación Trans-personal se incita al aprendiz a que se mantenga despierto y autónomo, a que cuestione y explore todos los rincones y rendijas de la experiencia consciente, a que indague el sentido de todo, a que pruebe los limites de lo externo y compruebe las fronteras y profundidades de su propio ser". Es decir, a que sea conciente de cómo aprende, de sus formas y métodos de aprendizaje y a reconocer los porqué está aprendiendo de esa forma y no de otra y qué tan eficiente les está siendo.

El nuevo paradigma nos hace interesar más en la naturaleza del aprendizaje y muy poco en los métodos de instrucción. Le da al proceso de aprendizaje la mayor atención para poder observar las transformaciones que tienen lugar en nuestro cerebro cada vez que adquirimos informaciones nuevas, al igual que cuando dominamos otra habilidad. Se constituye en la gran ayuda para el estudiante porque fomenta la autonomía, la flexibilidad, el pensamiento divergente, la franqueza y el desacuerdo. De otra parte, permite el empleo de la imaginación, de los sentimientos, del sueño, de las experiencias interiores como contexto del aprendizaje.

Al igual que el aprender a aprender ayuda en la formación integral del estudiante, impulsa además la transformación del docente. La estructura jerárquica y autoritaria cede, en nivel de igualdad para estudiantes y profesores, para que se piensen más como personas, como seres humanos, lejos de advertir la pertinencia de los roles que los deben identificar. En este sentido, el docente es un aprendiz más que participa con su capacidad en su disposición para el cambio en sus estudiantes. Respeta además la autonomía del alumno y trata de ser más útil en la formulación y solución de sus preguntas que en la exigencia de las "respuestas correctas".

El docente se constituye en un agente del aprendizaje que ayuda al descubrimiento y al fomento de lo novedoso, de lo posible en las ideas. Así mismo, a dejar caminar, a reconocer sus errores y a permitir visiones de mundos diferentes de los que pueda tener en un momento específico de su vida..

No se pretendería poner en práctica este nuevo paradigma sin dejar de pensar en la necesidad de innovación que esto genera. Sabemos que para estar a tono con el tiempo que se avecina, con los cambios que se esperan, debemos adecuar nuestra capacidad de sintetizar y detectar estructuras si aspiramos a una competencia en el siglo que viene. Los cambios que se operan diariamente en la ciencia, en la vida misma, hacen que la cultura sea cada vez más compleja. Quizá no somos lo suficientemente conscientes para advertir las modificaciones diarias y las revisiones cotidianas con que se nos multiplica la realidad. Lo cierto es que no podemos negar que esto este pasando, porque son hechos que están ahí, al frente de nosotros. Necesitamos entonces aprender a vivir en medio de las incertidumbres que nos depara dicha realidad, sin miedo a los riesgos que implica innovar. Se necesita también educar para encontrarle sentido a la libertad ideal que nos permita obtener estrategias que faciliten la presencia de la imaginación, la espontaneidad, la curiosidad y todas aquellas facultades que admiten el mayor de los intereses por el tema de la creatividad y el desarrollo personal.

Algo que hemos aprendido, con los tantos decretos que sobre la educación han expedido los diferentes Gobiernos es que: "La educación jamas podrá renovarse a base o causa de decretos". Esto indudablemente explica el fracaso de tanto "revolcón" sin medida que han conducido a mayores desconciertos y a muy pocos resultados.En oposición a la frase citada creemos que es factible una transformación de la educación cuando ésta afecta a los docentes. Entonces, no sólo es posible sino real, porque es cuando se alcanza la concepción del nuevo paradigma para el aprendizaje.

Aprender a aprender como modelo en la formación integral, implica cambio en la actitud, en la conducta, en la estructura mental del docente quien, acostumbrado a hablar, debe ahora escuchar a sus alumnos y enseñar con más cariño. Aquí esta la esencia de lo que esperamos ver transformado. Estimamos que la educación transforma la cultura, pero sólo es posible en la medida que los docentes sean objeto de la transformación y comprometan a los estudiantes en su propia transformación. Son los responsables de dar vida o de quitarla en el proceso de aprendizaje. Es este el gran reto y la verdad inocultable. Nada se logra con cambios curriculares si los docentes no cambian su modo de encarar la tarea educativa. Está demostrado que los estudiantes aprenden de los profesores que son creativos, amigables, espontáneos, que valoran y conciben la participación de los estudiantes con el mayor de los entusiasmos.

Aprender a aprender es la revisión del concepto de educación que supuestamente nos prepara para ser profesionales de la educación exitosos, que nos enseña a ser ciudadanos, que nos encamina en la búsqueda de la perfección. Es un cambio de perspectiva, casi total, que nos debe permitir ser más tolerante, más concientes, mas dispuestos a la apreciación del mundo y de su conocimiento y por supuesto, a ser más productivos.

Con este nuevo paradigma pensamos en los nuevos modelos, en los nuevos círculos vitales para el siglo XXI. Nosotros, los colombianos, en un país en vía de desarrollo podemos avanzar e ir delante de otros países con iguales desventajas si acondicionamos los conocimientos y las experiencias a una realidad próspera y mejor. Si en los comienzos de la revolución industrial la ventaja comparativa de una nación dependía de sus recursos con que había sido premiada, hoy la materia prima de la nueva economía son la educación, la información y el conocimiento que se posea.

Aprender a aprender responde como proceso de la educación a la inquietud planteada y traduce la síntesis que unifica la imaginación, la creatividad y el riesgo. Las personas necesitan desarrollar su capacidad de análisis, de síntesis, su razonamiento, sus deducciones e inducciones, su capacidad para resolver problemas y tomar decisiones y, esto es posible con un crecimiento continuo de la conciencia de sí mismo y del entorno social en que nos desenvolvemos.

Cuando lo que hablamos esta en perfecta armonía con lo que hacemos, el ser alcanza un estado de dichosa lucidez, de jubilosa serenidad. Porque si la ignorancia encadena, la cultura libera. Así lo preconiza Bolívar y Rodríguez, y así lo confirma Martí "Ser bueno es el único modo de ser dichoso, ser culto es el único modo de ser libre".

¡Nada más valioso que el saber! Nos dice Martí: "El que sabe más, vale más. Saber es tener. La moneda se funde, el saber no. Los bonos o papel moneda, valen más o menos, o nada: el saber siempre vale lo mismo, y siempre mucho. Un rico necesita de sus monedas para vivir, y pueden perdérsele, y ya no tiene modos de vida. Un hombre instruido vive de su conocimiento y como lo lleva en si no se pierde, y su existencia es fácil y segura.

Algunas reflexiones tomadas de Tecnologías Computarizadas de Información y Comunicación (TECOCI), producto de un largo trajinar en el trabajo comunitario, la promoción del desarrollo rural sostenible y el producto de intercambios con distintos colectivos, nos permiten arribar a la conclusión de que la "educación estructural" debe necesariamente abarcar los siguientes aspectos o dimensiones:

1.- Cosmovisión: El hombre en su dimensión e inter-relaciones globales: El mundo, América, Norte Sur.

2.- Identidad: El hombre en una cultura que genere pertinencia nacional, regional, local y organizacional a los esfuerzos realizados en el marco de sus valores, principios y actitudes.

3.- Competencias: Capacidades profesionales y técnicas para hacer cosas, cumplir planes, tareas, objetivos de manera competitiva.

4.- Humano: Base individual y colectiva para sembrar y enraizar la cosmovisión, la identidad y la competencia personal.

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